Personería Jurídica - Resolución I. G. J. Nº 0001744 del 8 de noviembre de 2011

6 de mayo de 2017

Arrío de la bandera en la Plaza Gral. Benito Nazar

El vecino Daniel Cortiñas, oriundo del barrio porteño de Villa Crespo, hacía tiempo que deseaba que los Patricios de Vuelta de Obligado (PVO) lo acompañaran en el hermoso acto de arriar el pabellón nacional del mástil que está ubicado en la plaza General Benito Nazar.
 
Esa acción, que inflaba el pecho de la estudiantina por el inmenso placer que generaba el ser elegido para honrar el símbolo máximo de nuestra nacionalidad, Cortiñas lo comenzó a poner en práctica, de forma diaria, desde el mes de diciembre de 2016.  Para ello, Cortiñas convoca a vecinos, personalidades y delegaciones de instituciones ciudadanas a fin de izar y arriar la bandera nacional.  El ritual, simple y patriótico, le surgió cuando observó el deterioro del mástil y la soledad que lo acompañaba.  Entonces, decidió comprar una bandera y, a las 6 de la madrugada de un día de diciembre, procedió a izarla.  A las 18 horas la arrió y se retiró a su hogar, mas con la promesa de regresar al día siguiente.  Desde entonces, no ha faltado un solo día sin que flameara en lo alto nuestra enseña nacional.

Advertido de la existencia de los PVO, Daniel Cortiñas les cursó la invitación, la cual fue aceptada con mucho gusto.  Por eso mismo, una delegación de tres uniformados con la vestimenta del 2do. Batallón de Patricios de Buenos Aires, que llevaron consigo la Bandera de Guerra de la unidad, se presentaron a las 18 PM del sábado 6 de mayo próximo pasado para el arrío del patrio pabellón.  Entre curiosos y sorprendidos, algunos vecinos que habían llevado a sus hijos a los juegos de la plaza Benito Nazar, observaban desde lejos la presencia de los PVO.  En un momento se arrimaron Cortiñas y su esposa, y después hicieron lo propio algunos entusiastas que no se cansan de asistir, durante las mañanas y las tardes de Villa Crespo, al respeto brindado a la bandera argentina.

Unos niños de corta edad, que estaban compartiendo con sus padres aquellos momentos a pocos metros del mástil, fueron invitados para que, una vez que los dos PVO arriaran la bandera, la tomaran con sus manos y la devolvieran al señor Daniel Cortiñas, por supuesto que con la precaución de plegar el lienzo para que quedara con el sol arriba.  Mientras duró el acto, todos los que en ese preciso instante se hallaban en la plaza dejaron sus actividades y guardaron respetuoso silencio.  Fue un momento sumamente agradable que invitaba a reflexionar aquello de que, aún en la época del relativismo, existe un inquebrantable amor por aquellos símbolos que representan lo que fuimos, somos y seremos.

En la trastienda hemos conocido a otras personalidades más, entre ellas el secretario de Espacio Público de la Comuna 15, Alejandro Agustín Raimundo, y al Presidente de la Junta de Estudios Históricos de Villa Crespo, Hugo Tornese, quienes también se mostraron agradablemente sorprendidos por la presencia de los PVO en el lugar.   Seguidamente, la delegación de PVO fue invitada a ingresar la Asociación Benito Nazar (sita en Antenaza 340), imponente edificio que se halla frente a la plaza homónima y que fuera la antigua residencia de los descendientes del renombrado general.  No se trató de una incursión ordinaria, pues tenía un propósito de nobles finalidades.  Apenas ingresando en el hall central, un cuadro imponente del general Benito Nazar, de acérrima actuación en las filas del unitarismo, sobresalía del resto de los objetos allí alojados.  Todos se acercaron al cuadro, uniformados de PVO y civiles que nos habían acompañados, para sacarnos una serie de fotografías con la Bandera de Guerra del 2do. Batallón de Patricios de Buenos Aires, uno de cuyos lemas reza: “Mueran los Salvajes Unitarios”.
 
Decididos federales se sacaban una instantánea junto al retrato del general unitario Nazar, quien peleó contra Rosas en la Batalla de Caseros de 1852.  Ésta fue otra acción, de sencilla ejecución, que tuvo por finalidad la de dejar de lado los divisionismos históricos que, desde sus orígenes, han evitado el desarrollo y la plenitud de nuestra patria.

Bienvenido sea, entonces, pensar que, sea con el arriamiento de nuestra bandera como con esta fotografía unificadora de opuestos, se puedan alcanzar, aunque sea por un momento, el respeto hacia nuestras cosas más sagradas y la tan postergada pacificación de los alborotados espíritus de nosotros, los argentinos.